En el universo de la inteligencia artificial, los avances no se detienen. Y uno de los más recientes —y debatidos— es la nueva función de memoria a largo plazo en ChatGPT. Con esta actualización, el famoso chatbot de OpenAI da un paso más hacia una interacción más humana… pero también más compleja.

Contexto: ¿Qué ha cambiado exactamente?
Desde hace tiempo, los modelos de lenguaje como ChatGPT sorprendían por su capacidad de mantener una conversación fluida, aunque dentro de una misma sesión. Pero con la introducción de la memoria a largo plazo, esa barrera se difumina: ahora ChatGPT puede recordar detalles de conversaciones pasadas, incluso si no han sido guardadas de forma explícita.
La novedad se apoya sobre una base ya existente: la función de «Memoria» introducida en 2024, que permitía a los usuarios guardar ciertos datos o configuraciones para facilitar interacciones futuras.
A partir de ahora, el modelo puede operar con dos tipos de memoria diferenciada:
- Memorias guardadas por el usuario: información que se solicita explícitamente que el sistema recuerde, como tu nombre, preferencias o el estilo de respuesta deseado.
- Historial de chat de referencia: fragmentos de información que el sistema deduce por sí solo a lo largo del tiempo para mejorar sus respuestas. No se trata de transcripciones exactas, sino de aprendizajes contextuales que influyen en futuras interacciones.
Actualmente, esta funcionalidad está en fase de despliegue para usuarios de la suscripción Pro (200 $/mes) y pronto estará disponible para los suscriptores Plus (20 $/mes). Sin embargo, hay excepciones geográficas importantes: la función no se activará en la UE, Reino Unido, Suiza, Noruega, Islandia ni Liechtenstein, muy probablemente por motivos regulatorios relacionados con la protección de datos y la legislación sobre IA.
¿Qué significa esto para marcas y usuarios?

Desde una perspectiva práctica, este cambio mejora notablemente la experiencia de uso. Las conversaciones pueden ser más fluidas, con respuestas ajustadas al estilo, tono o necesidades que el usuario ha demostrado en el pasado. Para una persona que utiliza ChatGPT como asistente diario, esto significa menos tiempo explicando lo mismo una y otra vez. Para las marcas, se abre un mundo de posibilidades en cuanto a automatización, personalización y continuidad en el trato con clientes.
Pensemos en un equipo de marketing que utiliza ChatGPT como sparring creativo, o en un departamento de atención al cliente que se apoya en el modelo para gestionar dudas frecuentes. Gracias a la memoria, el sistema puede aprender las reglas de estilo de la marca, los protocolos internos o los temas recurrentes de los usuarios habituales, y aplicar ese aprendizaje en cada nueva conversación.
¿El resultado? Más coherencia, más eficiencia y una experiencia de usuario más rica.
Pero no todo son ventajas.
El otro lado de la moneda: privacidad, control y ética
Como en cualquier avance tecnológico, la innovación viene con interrogantes. Y aquí entramos en terreno delicado: ¿hasta qué punto estamos cómodos con que una IA recuerde nuestras conversaciones?
Aunque OpenAI ha insistido en que la función es opcional y que los usuarios pueden ver, gestionar o eliminar su memoria en cualquier momento, lo cierto es que la simple idea de que un sistema de IA «retenga» información —aunque no lo haga de forma literal— puede generar cierto recelo.
Además, existe una diferencia clave entre recordar algo porque lo pedimos y recordar algo porque el sistema lo dedujo. Esta segunda vía, basada en la observación y el análisis del comportamiento del usuario, es más difícil de controlar y potencialmente más invasiva.
Para tranquilizar a los más escépticos, OpenAI también ha introducido el modo de chat temporal, que permite interactuar sin que nada de lo dicho influya en la memoria futura del sistema. Pero de nuevo, esto exige una acción consciente por parte del usuario.
Algunas preguntas que surgen:
- ¿Cómo se gestionará esta memoria en entornos profesionales donde se tratan datos sensibles?
- ¿Podría un error en la interpretación del sistema generar respuestas poco adecuadas o sesgadas?
- ¿Qué ocurre si varias personas comparten una misma cuenta de usuario?
Un paso hacia una IA más humana… y más compleja
No cabe duda de que la incorporación de memoria marca una evolución importante en la relación entre humanos y máquinas. Al igual que los asistentes personales de toda la vida (Alexa, Siri o Google Assistant), ChatGPT empieza a construir una identidad digital más sólida y relacional.
Pero, a diferencia de otros asistentes, ChatGPT opera con una profundidad lingüística mucho mayor. Puede escribir, argumentar, opinar o sugerir con un nivel de sofisticación que roza lo humano. Y cuando a eso le sumamos una memoria persistente, entramos en territorio nuevo: un híbrido entre herramienta y acompañante digital.
Esto tiene implicaciones potentes, pero también exige nuevos marcos de ética y gobernanza. La pregunta no es solo qué puede hacer esta IA, sino qué debería hacer y con qué límites.
¿Y ahora qué? Algunas claves para avanzar con criterio
Desde El Kolador, creemos que este avance es tan interesante como complejo. Por eso, si trabajáis con herramientas de IA o estáis explorando su uso dentro de vuestra marca, os dejamos algunas recomendaciones para navegar este nuevo terreno:
- Revisad vuestras políticas internas de privacidad si vais a usar ChatGPT con memoria en entornos de trabajo.
- Formad a los equipos en el uso responsable de IA: saber cuándo activar/desactivar la memoria, qué tipo de información compartir, etc.
- Explorad su potencial creativo: la memoria puede ayudar a construir una IA adaptada a vuestro estilo, tono o dinámica de comunicación.
- No perdáis de vista el control humano: la IA ayuda, pero las decisiones estratégicas deben seguir siendo vuestras.
Conclusión: memoria sí, pero con conciencia
La nueva función de memoria de ChatGPT es, sin duda, un avance relevante. Representa un paso hacia sistemas más inteligentes, útiles y personalizados. Pero también nos recuerda que la tecnología nunca es neutra. Cada mejora técnica plantea un nuevo dilema humano: cómo usarla, hasta dónde confiar y con qué propósito.
Como ocurre con toda herramienta poderosa, el valor está en cómo la utilicemos. Y en nuestra capacidad para combinar innovación con criterio, y automatización con humanidad.
¿Queréis que os ayudemos a implementar IA de forma ética, creativa y útil para vuestro negocio? En El Kolador estamos listos para echaros un cable. 🚀
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